Los  trastornos del sueño son las alteraciones que afectan el desarrollo habitual del ciclo sueño-vigilia. Para un funcionamiento cerebral normal el sueño es vital; así, la alteración del sueño provoca frecuentemente irritabilidad, ansiedad, problemas de concentración y memoria, interfiriendo con el funcionamiento físico, mental y emocional del individuo.

Los trastornos del sueño incluyen el insomnio (de corta duración o crónico), la hipersomnia, la alteración del ritmo circadiano. Entre las parasomnias, encontramos las pesadillas, los terrores nocturnos y el sonambulismo.

¿En qué consiste el tratamiento?

La evaluación clínica debe ser muy precisa para distinguir el tipo de insomnio y diferenciarlo del que va asociado a otros trastornos mentales u orgánicos.

El objetivo principal de las técnicas conductuales aplicadas al tratamiento del insomnio es el de modificar las conductas y cogniciones aprendidas con respecto al sueño y que son factores que perpetúan o exacerban las perturbaciones del sueño. Estos factores pueden deberse a malos hábitos de sueño (por ejemplo, permanecer demasiado tiempo en la cama), a patrones irregulares de sueño-vigilia (desertarse a diferentes horas) y a la hiperactivación psicofisiológica.

Las técnicas cognitivas tienen el objetivo de identificar y analizar los pensamientos y creencias disfuncionales en relación al sueño o sobre las consecuencias del insomnio. También tratan de reducir la ansiedad anticipatoria (miedo a no dormir) que se produce antes de ir a la cama y que impide conciliar el sueño.

Los objetivos se consiguen mediante el control de estímulos, la restricción del tiempo en cama (en caso de insomnio), la relajación y respiración, la reestructuración cognitiva y la intención paradójica.

En caso de que el clínico lo considere oportuno, se complementará el plan terapéutico con tratamiento farmacológico para ayudar a lograr los objetivos establecidos.